viernes, 23 de junio de 2017

Bumblebee, el Transformer (I)

Vamos a iniciar una serie de entradas con cierta información rescatada de uno de nuestros antiguos proyectos, una web que creamos hace unos años dedicada a los coches clásicos en general y al Volkswagen Escarabajo en particular. Este modelo es otra de nuestras pasiones y, ya que la temática se presta a ser tratada en este blog, pues rescatamos esta información desde los oscuros fondos de nuestros discos duros (la web cerró hace ya algún tiempo), para compartirla con todos vosotros.

Las últimas entradas serán creadas especialmente para este blog, con la temática del mismo. Así que, sin más dilación, os presentamos a


En los años 80 llegó a España una revolución que dejó boquiabiertos a todos los chavales (entre los que me incluyo). Las personas que hayan pertenecido a aquella generación de niños lo recordarán: eran los Transformers, unos alucinantes juguetes que podían convertirse de su forma original de robot humanoide a los más variados vehículos, naves, armas y objetos tan peculiares como radiocasetes y cintas.

La idea original surge, cómo no, de Japón. La firma nipona Bandai había explorado en los 70 la idea de robots cuyas partes como piernas o cabeza se transformaban. En 1972 se publicó la serie Mazinger Z de Go Nagai, una de las precursoras del género Mecha (robots gigantes manejados por humanos)




Finalmente fueron los ingenieros de Takara los que materializaron el concepto del juguete robot transformable en objeto. A principios de los 80 crearon las series Microman (1974) y Diaclone (1980).

Estos juguetes llegaron también a Europa. La compañía francesa Joustra y la italiana GIG llegaron a un acuerdo con Takara para importar sus juguetes en sus respectivos países y decidieron unificar Diaclone y Microman, y crear su propia historia en torno a ellos. Los franceses lo hicieron bajo el nombre de una de esas líneas: Diaclone. Nuestros vecinos acompañaban los juguetes con un mini-cómic. Por su parte, los italianos comercializaron los robots de Takara bajo un nombre premonitorio: Trasformer. La compañía GIG importó la práctica totalidad de la línea Diaclone, incluyendo los juguetes más antiguos. En la imagen de abajo podemos ver un anuncio de los "Trasformer" italianos, los propios Diaclone de Takara.




En 1984 nacen los Transformers. La firma norteamericana Hasbro compró a Takara los moldes de sus Diaclone y Microman. Junto a ellos, compró robots transformables de otras compañías: Toyco, Toybox y Takatoku. De esta última empresa adquirió, entre otros, el molde de una Valkyria de la colección Macross, dando lugar al famoso Jetfire.

Después de estudiar qué moldes utilizar y en qué bandos colocarlos, empezó a comercializarlos bajo el ya mítico logo de Transformers. Los juguetes tenían mínimas variaciones con respecto a los originales. Hasta la ilustración que adornaba a las cajas era igual.

Un gran acierto de Hasbro fue dar una difusión espectacular al producto, lo que consiguió que juguetes ya comercializados sin mucho éxito por otras firmas, se tornasen en los juguetes más deseados del momento. Para ello, acudió a la compañía Marvel Comics, la cual, conocedora del potencial de las creaciones niponas, acordó producir colecciones de comics y una serie de animación a través de su recientemente formada productora audiovisual Sunbow. Marvel Comics, a través de uno de sus mayores cerebros creadores de la época, Bill Mantlo, creó toda la historia que envuelve a los Transformers.

Marvel Comics no defraudó y Bill Mantlo creó una magnífica historia que se inicia en un planeta llamado Cybertron. En dicho planeta las formas de vida son exclusivamente mecánicas y están divididas en dos bandos rivales, los Autobots y los Decepticons, el bien y el mal. Como no podía ser de otra forma estos dos bandos estaban inmersos en una guerra que asolaba a todo el planeta.




Tras detectar que el planeta Cybertron iba a estrellarse contra un cinturón de asteroides, Optimus Prime, líder de los Autobots, decidió construir el Arca, una gigantesca nave, para destruir dichos asteroides. Tras anular la amenaza, los debilitados Autobots reciben un masivo ataque de los Decepticons, con su despiadado líder Megatron en cabeza. Viendo que los Decepticons podrían tomar ventaja en esta guerra y para que no se adueñasen de las secretos tecnológicos del Arca, Optimus Prime decide lanzar el Arca lejos de Cybertron.

La nave fue a caer en el planeta Tierra, dentro de una montaña helada. Allí permaneció durante 4 millones de años, hasta que una explosión volcánica activa los sistemas del Arca, los cuales lanzan una sonda espía para inspeccionar el planeta, el cual se encontraba en la época actual (de la serie, 1984).

Estos sistemas tomaron datos de la tecnología existente en el planeta y el Arca reparó a todos los Transformers, rediseñando sus cuerpos con la posibilidad de transformarse en objetos cotidianos y de esa forma, poder pasar desapercibidos a los ojos de los terrícolas.

El mundo creado por Mantlo cumplió con creces la misión de apoyo a la serie de juguetes, e hizo de los Transformers un éxito intemporal.




Yo tuve la suerte de vivir aquella entrañable primera época. En mis manos cayeron los primeros 5 números de la serie de cómics, que en aquella época publicaba Cómics Forum y quedé fascinado por el universo de los Transformers.

En el colegio no se hablaba de otra cosa y para acabar de rematar el tema, un conocido producto de bollería comenzó a regalar pegatinas de los Transformers en cada unidad. La imagen de abajo, que muestra al Insecticon Kickback, del bando de los malignos Decepticons fue mi primera adquisición, la cual fue a parar a una hoja de libreta a modo de álbum improvisado. Desgraciadamente ya no conservo ni las 6 ó 7 pegatinas que logré coleccionar ni los primeros cómics de esta fantástica saga.




En aquellos tiempos, conseguir que tus padres te comprasen un Transformer era una tarea sumamente difícil. Eran bastante caros y en mi caso, mis padres nunca se habrían gastado ese dinero en un "trozo de plástico". Sólo unos pocos privilegiados podían alardear de sus Transformers en las horas de recreo en el colegio. Eran la envidia de todo el mundo.

Lo que sí que pude ir consiguiendo fueron algunos comics de forma salteada. Pensaba que, aunque no tuviese ninguno de los juguetes, yo al menos conocía su historia, la cual me fascinaba. Conocía a todos los personajes, amaba a los Autobots y odiaba a los Decepticons, con su líder Megatron a la cabeza.

En lo referente a la serie de animación, conseguí ver unos cuantos capítulos gracias a nuestro recién estrenado video VHS y al videoclub del pueblo, estábamos en la época del boom de estos establecimientos, auténticos santuarios para gente como yo. La verdad es que la serie nunca me llegó a impactar tanto como los comics, los cuales releía una y otra vez.

La idea de utilizar series de animación y/o cómics como apoyo al lanzamiento de una gama de juguetes era algo bastante explotado en aquella época, recordamos un caso similar en la también popular serie Masters del Universo. Todos estos juguetes son ahora verdaderos objetos de culto para los coleccionistas.

Mi personaje Transformer favorito no era, como sería de esperar, el carismático líder Autobot Optimus Prime. Mi robot favorito era uno de los más pequeños y débiles del grupo, se llamaba Bumblebee y, como podéis adivinar a estas alturas, gran parte de la culpa de mi predilección por este Transformer era... ¡¡que se transformaba en un precioso Volkswagen Escarabajo amarillo!!


Además, Bumblebee era de los más simpáticos, pequeñajo, amable e inteligente y le gustaba relacionarse con los humanos. Cualquier chaval podía identificarse con él, astuto, valiente y bastante débil, algo que sabía suplir con un gran ingenio.

Él fue el primero en tomar contacto con los humanos. Los Autobots, recién salidos del Arca tras haber efectuado ésta los ajustes en sus cuerpos, intentan tomar contacto con los terrícolas. Creyendo que los habitantes del planeta Tierra son los objetos mecánicos, se cuelan en un autocine. En ese momento los Autobots sufren un ataque Decepticon y Bumblebee es herido. Un humano, Buster Witwicky consigue conducir al Transformer hasta el taller de su padre, Bujía Witwicky, un excepcional mecánico que, a duras penas, consigue repararlo.

Imposible no caer bajo los encantos de la historia y de sus personajes, especialmente de un carismático robot como Bumblebee, que encima se transformaba en mi coche preferido, el Escarabajo. Desgraciadamente los comics caían en mis manos de forma aleatoria, en paradas de mercadillo de intercambio de cómics y restos de kioscos y librerías. Tenía que seguir la historia de los Transformers de forma desordenada y discontinua, pero aún así la disfrutaba como el que más.




En las siguientes entradas disfrutaremos de unos cuantos fragmentos del cómic y conoceremos un poco la trayectoria de este personaje dentro de esta increíble aventura que todavía sigue viva en las series actuales.

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