domingo, 25 de diciembre de 2016

Cómo preservar nuestros originales (I): El papel y los ácidos

Como ya comentamos en una entrada anterior del blog, cuando adquirimos un original tenemos la "obligación" de cuidarlo y preservarlo, ya que tenemos en nuestras manos algo único y que, además de su valor económico, tiene su valor histórico dentro de la historia del noveno arte. Éste es el primero de los sucesivos tutoriales en los que veremos cómo guardar o exhibir nuestros tesoros de forma que se deterioren lo menos posible con el paso de los años.

En esta primera entrada vamos a profundizar sobre algunos conceptos básicos que deberemos conocer para comprender los pasos que iremos tomando en los siguientes tutoriales, los cuales tratarán sobre la enmarcación de los originales, su conservación en portafolios y sobre diversas recomendaciones a la hora de preservarlos.

Nuestros originales, exceptuando unos pocos que podrían estar en un lienzo u otro soporte, están dibujados, entintados y/o pintados sobre papel. La mala noticia es que el papel se autodestruye. Esto es debido a la utilización de ácidos en su fabricación. El único papel que soportará el paso de los años es el papel libre de ácidos. De hecho, los manuscritos antiguos se conservan mucho mejor que los libros, documentos, fotografías, etc. de épocas más recientes.




En la antigüedad, el papel se fabricaba a partir de residuos de tela, seda, paja de arroz, cáñamo e, incluso, del algodón. En Europa, la materia prima utilizada eran trapos de lino y algodón. La aparición de la imprenta generó un aumento del uso del papel a partir del siglo XV, provocando la escasez de estos materiales. Aunque se intentaron utilizar diferentes materiales como sustitutos, ninguno fue un éxito comercial hasta 1840 con la introducción del proceso mecánico de trituración de madera para fabricar pulpa. En 1850 se introduce el primer proceso químico y en 1870 se empezaron a usar ácidos como el ácido sulfúrico y el ácido acético. Para el blanqueado de la composición se usaban ácidos clorados.

Con el paso de los años, la presencia de estos ácidos en el papel reacciona ante la temperatura, la humedad y la luz, creando reacciones químicas indeseables, como el amarillamiento de las hojas, la degradación del papel, además de otros efectos biológicos como la formación de hongos, bacterias e infestación de insectos.




Así que, la principal forma de evitar esta situación es la utilización de papel libre de ácido (Acid Free). Para conseguir que el papel sea libre de ácido o alcalino, en el proceso de fabricación es tratado con calcio o bicarbonato de magnesio, de esta manera estos aditivos neutralizan los ácidos naturales que se crean de la propia celulosa.

Pero claro, los originales son como son, y no tenemos ningún control sobre el tipo de papel utilizado por los artistas. De hecho, la única misión de estos formatos era recibir el arte para la elaboración de los cómics. Seguramente, estos autores jamás pensarían que, décadas más tarde, habría legiones de fans pagando miles de euros por sus páginas, al igual que tampoco se esperarían que sus obras fuesen convertidas en mitología moderna, en leyenda, en mito. Ellos solo buscaban ganarse la vida mes a mes, vendiendo sus revistas de cómics.

Llegados a este punto, lo importante es guardar el original en un ambiente lo más libre de acídos posible y que los únicos que existan sean los del propio original. De esta forma, todos los elementos que estén en contacto o compartan espacio con el original deben ser materiales libres de ácidos: paspartús, plantillas, portafolios, fundas, pegamentos, cintas adhesivas...




Seguiremos hablando de la preservación de los originales en el próximo tutorial dedicado a la enmarcación segura de nuestras obras de arte. ¡Estaos atentos a futuras actualizaciones del blog!

No hay comentarios:

Publicar un comentario